¿Por qué se decidió implementar el Sistema de Gestión Documental Electrónica (GDE) en la Administración Pública de Entre Ríos? ¿Qué diagnóstico llevó a esta decisión y qué objetivos estratégicos se propusieron?
Implementar el GDE era una necesidad urgente. Cuando asumimos, nos encontramos con un Estado que seguía funcionando como hace un siglo: trámites en papel, expedientes físicos que circulaban de oficina en oficina, firmas manuscritas y demoras innecesarias. Esa lógica no resiste más si queremos un Estado más ágil, transparente y al servicio de la ciudadanía.
Para tomar dimensión: la administración provincial genera más de 200.000 expedientes por año. Eso representa unas 13.000 resmas de papel. Una cifra difícil de sostener si realmente buscamos eficiencia y sustentabilidad.
El GDE es la herramienta que nos permite dar ese salto. ¿Tiene desafíos? Sí. Pero es un sistema probado, que ya funciona en el Estado nacional, en una decena de provincias y en decenas de municipios del país. No estamos improvisando: estamos sumándonos a un modelo que ya demostró que funciona y que mejora la gestión pública.
¿Cómo describís el impacto que tendrá el GDE en la vida cotidiana del Estado? ¿Cuáles son los principales cambios que notarán los empleados públicos y los ciudadanos?
El GDE transforma por completo la forma en que el Estado trabaja. Literalmente. Hoy, muchos trámites se demoran semanas o meses por una firma pendiente o porque un expediente está “en camino”. Eso se termina. Con expediente electrónico y firma digital, todo el circuito administrativo se vuelve más rápido, más ordenado y más transparente. Los empleados públicos van a poder gestionar mejor sus tareas y los ciudadanos van a dejar de ir de oficina en oficina cargando papeles.
Gana el Estado, ganan los trabajadores y, sobre todo, gana la gente: porque el tiempo que antes se perdía en burocracia, ahora se transforma en respuestas concretas.
¿Qué etapas contempla el plan de implementación y cómo se están preparando los organismos del Estado? ¿Habrá una transición progresiva o se implementará en simultáneo en todas las áreas?
Lo estamos haciendo por partes, con cabeza y planificación. Empezamos con áreas piloto donde probamos el sistema, aprendemos, corregimos y después sumamos nuevos organismos. La idea no es largar todo de golpe, sino asegurar que cada oficina llegue preparada, entienda el sistema y lo use bien.
No sirve imponerlo ni correr por la foto. Esto no es magia: es gestión, trabajo en equipo y mucha paciencia. Cada etapa está pensada para que el cambio sea real, duradero y medible.
El GDE implica un cambio cultural en la forma de trabajar. ¿Cómo están gestionando esa transformación? ¿Qué estrategias están desarrollando para capacitar, acompañar y entusiasmar a los equipos?
Lo más difícil de una transformación digital no es la tecnología, es el cambio cultural. Y eso se gestiona con paciencia, cercanía y trabajo directo con los equipos.
Diseñamos un proceso de acompañamiento muy fuerte: capacitaciones presenciales y virtuales, una plataforma específica con manuales, videotutoriales, preguntas frecuentes, y una mesa de ayuda técnica para responder dudas.
Capacitar no es solo enseñar a usar una herramienta. Es construir confianza en una nueva forma de trabajar.
¿Qué aprendizajes tomaron de otras provincias que ya implementaron el sistema? ¿Hubo colaboración o asistencia técnica desde Nación o desde otras jurisdicciones?
Sí, totalmente. Hablamos con equipos de Córdoba, Ciudad de Buenos Aires, Nación y otras provincias que ya recorrieron este camino. Aprendimos qué les funcionó, qué errores cometieron y cómo los fueron resolviendo en la práctica.
Eso nos permitió anticiparnos a muchos problemas y adaptar el sistema a la realidad de Entre Ríos. También recibimos colaboración técnica desde Nación. La clave fue no empezar de cero: aprender en red, aprovechar experiencias y trabajar de forma colaborativa.